No recuerdo como llego aquella información de YOGA OCULAR a mi bolso a la vuelta del verano. Eran sólo unas líneas, pero tan prometedoras, que llamé de inmediato, al teléfono de contacto.
Aquella conversación con Eduardo acabo de convencerme: me explicó de manera clara como funcionaba el método y el porqué de su eficacia. Eso si, me dijo “el éxito en los resultados dependerá de tu dedicación y constancia. Aquí no hacemos milagros”.
Empecé y funcionó: ¡vaya si funcionó! Aquellos sencillos ejercicios, practicados diariamente enseguida empezaron a dar sus frutos. Mi vista mejoraba y la graduación paulatinamente iba bajando.
Pero el curso es algo mas. Es hacerte consciente y tener siempre presente la importancia de tus OJOS, a todo lo que estos hacen, y lo que tu puedes y debes hacer por ellos. Es, también, aprender a cuidarlos, a valorarlos, y a confiar en ellos, pues los ejercicios funcionan, pero también la eficiencia y la paciencia de Mari Mar contribuyen a asegurar los buenos resultados del método.
Unos profesores entrañables y un grupo de alumnas tan en sintonía y con tan buena energía que el tiempo dedicado al curso ha sido una auténtica gozada. !Nunca las mañanas de los Lunes fueron tan agradables!
Desde aquí, ánimo sin duda: a todo aquel que quiera mejorar su vista, tanto si es por presbicia (como es mi caso), miopía, o cualquier otro problema, a apuntarse y probar el curso. De verdad: funciona.
Yo ya veo cerca el día en que guardaré mis gafas en un cajón, como reliquia del pasado, y como recuerdo de la importancia de nunca tirar la toalla, y persistir buscando otras soluciones que no tienen porque ser las convencionales.
Concha Ronderos