Durante el curso de Yoga Ocular, he establecido un tiempo y un espacio a lo largo del día para conversar con mis ojos, a ser consciente de sus características físicas, sus sensaciones y percepciones. Con la práctica diaria de ejercicios muy sencillos, he recuperado agudeza y claridad visual.
La dedicación de estos meses me ha permitido ser consciente de mis ojos, de lo que veo y quiero ver, de las tensiones acumuladas, de los hábitos en cuanto a su higiene y de aspectos ambientales como la luz necesaria, el tipo de letra, la distancia a la que me coloco el texto…
Integrar los hábitos oculares en mi rutina cotidiana, por ejemplo, tomarme un rato de descanso cuando estoy trabajando con el ordenador mirando a lo lejos o haciendo un palmeo.
Un trabajo de interiorización que me ha permitido ampliar mi horizonte visual donde los matices de los colores, la luminosidad, la intensidad… me ha llevado a ver, apreciar y agradecer la belleza de las pequeñas cosas de la vida cotidiana (coser, escribir mensajes en el móvil, leer las etiquetas de los alimentos, la manicura…) ¡SIN GAFAS!
Un curso que lo he disfrutado mucho, donde María del Mar y Eduardo, los profesores, me han ido transmitiendo sus experiencias y vivencias. Con delicadeza me han acompañando a lo largo de estos meses a ir descubriendo y corroborando los grandes avances que he ido consiguiendo. En un ambiente relajado y cordial.
Os animo a que os adentréis en esta experiencia de descubrir la belleza de nuestros ojos como grandes ventanas para ver el mundo con claridad, con intensidad, con matices, con sorpresa y alegría.
Paloma Diaque